O María, Madre de misericordia, Madre de Cristo y Madre de la Iglesia, venimos a ti en este día, peregrinos del Rosario, para confiarte nuestras oraciones, nuestras esperanzas y nuestras vidas. Tú que guiaste a Bernadette hasta la gruta de Lourdes, donde te apareciste como Inmaculada Concepción, te pedimos que nos acompañes en nuestro camino de fe, que nos guíes en nuestra oración e intercedas por nosotros ante tu Hijo Jesús.
María, Madre de misericordia, Madre de Cristo, Madre de la Iglesia.
Te ofrecemos, oh María, esta oración del Rosario, llena de meditación y recogimiento. Al recorrer los misterios gozosos, dolorosos, gloriosos y luminosos, deseamos acercarnos a tu corazón maternal y a la vida de tu Hijo amado.
Misterios gozosos Oh María, te confiamos nuestras alegrías, nuestros momentos de felicidad, nuestros éxitos y nuestras celebraciones. Que, con tu oración, aprendamos a acoger estos momentos con gratitud y a compartir nuestra alegría con los que nos rodean. Que la Anunciación, la Visitación y la Natividad de tu Hijo alimenten nuestra fe y fortalezcan nuestra esperanza. Ayúdanos a vivir cada día con el mismo "sí" que pronunciaste ante el ángel Gabriel, para que seamos, como tú, servidores de Dios en nuestra vida cotidiana.
Misterios luminosos Oh Virgen María, en los misterios luminosos meditamos sobre las obras y enseñanzas de Jesús. Te pedimos que, siguiendo el ejemplo de tu Hijo, seamos testigos de la luz de Dios en este mundo. Que el bautismo de Jesús nos recuerde nuestro propio bautismo y nos renueve en nuestro compromiso de ser discípulos fieles. Que el milagro de las bodas de Caná nos inspire confianza en la intervención divina en nuestras vidas, y que el anuncio del Reino nos anime a vivir en la verdad, la justicia y la caridad. Guíanos siempre hacia la luz de Jesús, que ilumina nuestras vidas.
Misterios dolorosos Oh Madre de los dolores, te presentamos nuestros sufrimientos, nuestras pruebas y nuestros momentos de tristeza. Tú que seguiste a tu Hijo por el camino de la cruz, ayúdanos a llevar nuestras cruces con valor y fe. Mientras meditamos la Pasión de Cristo, te pedimos la gracia de aceptar las pruebas de la vida con paciencia y resistencia, sabiendo que el sufrimiento nunca es en vano si va unido al de tu Hijo. Que tu compasión maternal nos consuele en los momentos de dolor y nos ayude a mantener la esperanza en la resurrección.
Misterios gloriosos Oh María, Reina del Cielo, te confiamos nuestras esperanzas y aspiraciones a la vida eterna. Mientras meditamos en la resurrección de tu Hijo, en su ascensión y en la venida del Espíritu Santo, te pedimos que nos fortalezcas en nuestra fe en la vida eterna. Que nunca perdamos de vista la promesa del Reino de Dios. Te encomendamos a nuestros seres queridos difuntos, para que también ellos participen de la alegría del Cielo en la presencia de Dios. Que la Asunción y tu coronación nos inspiren a dirigirnos con confianza a ti, que intercedes sin cesar por nosotros ante Dios.
Intercesión por los peregrinos del Rosario Oh María, durante esta peregrinación te encomendamos de manera especial a todos los peregrinos del Rosario, a los que vienen físicamente a Lourdes y a los que rezan a distancia. Protégelos, guíalos en su camino de fe y concédeles las gracias necesarias para avanzar en la vida cristiana. Que encuentren en ti una madre amorosa, que les sostiene en sus dificultades y les acompaña en sus alegrías.
Te confiamos también a los enfermos, a los ancianos, a los afligidos y a todos los que vienen a Lourdes con la esperanza de una curación física o espiritual. Que, por tu intercesión, encuentren consuelo y paz. Apoya también a los hospitalarios y a todos los que se ponen al servicio de los demás con amor y devoción.
Bendición final Oh Madre del Rosario, bendice a cada uno de nosotros, bendice a nuestras familias, a nuestros amigos y a todas nuestras comunidades. Enséñanos a meditar el Rosario cada día con fe y amor, a seguir tu ejemplo de servicio y fidelidad a Dios. Que, por tu oración e intercesión, seamos conducidos más profundamente al misterio del amor de tu Hijo, Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.
Amén.