La Iglesia católica celebra el 28 de enero la fiesta de Santo Tomás de Aquino, uno de los más grandes teólogos y filósofos de la historia cristiana. Esta fecha no se ha elegido al azar: está estrechamente vinculada a un acontecimiento significativo en la historia de su canonización y de la devoción a este santo extraordinario. Para entender bien por qué se eligió esta fecha, es esencial ahondar en su vida, su muerte y su influencia duradera en la Iglesia.
Canonización.
La vida de Santo Tomás de Aquino: un viaje de santidad y aprendizaje
Nacido en 1225 en el seno de una familia noble de Roccasecca, al sur de Italia, Tomás de Aquino mostró desde muy joven una inteligencia excepcional y una profunda piedad. Ingresó en la orden dominica a pesar de la resistencia de su familia, eligiendo una vida de pobreza, oración y enseñanza. Durante su carrera académica, enseñó en varias universidades prestigiosas, sobre todo en París y Nápoles, y escribió obras fundamentales para la teología y la filosofía, como la Suma Teológica y la Suma contra Gentiles.
A lo largo de su vida, Tomás trató de conciliar fe y razón, demostrando que estas dos dimensiones humanas no son contradictorias, sino complementarias. Su pensamiento profundo y estructurado le valió el sobrenombre de "Doctor Angélico". Murió el 7 de marzo de 1274, camino del II Concilio de Lyon, con sólo 49 años. Su prematura muerte dejó un enorme vacío en el mundo intelectual y espiritual de su época.
Una rápida canonización y traslado de reliquias
Tras su muerte, Tomás de Aquino fue rápidamente reconocido como santo. Sus escritos, su humildad y su santidad de vida inspiraron a muchos fieles. El papa Juan XXII lo canonizó el 18 de julio de 1323, menos de cincuenta años después de su muerte, reconociendo en él un modelo de excelencia intelectual y espiritual.
El vínculo con la fecha del 28 de enero se explica por un acontecimiento posterior a su canonización: el traslado de sus reliquias. En 1369, sus restos fueron trasladados desde el monasterio cisterciense de Fossanova, donde había fallecido, a la iglesia de los Jacobinos de Toulouse, ciudad de fuerte tradición dominica. Este traslado, conocido como la traslación de las reliquias, tuvo lugar el 28 de enero y fue considerado un gran acontecimiento para la orden dominica y para la Iglesia en general.
Para honrar este acontecimiento, la Iglesia eligió esta fecha como fiesta litúrgica de Santo Tomás de Aquino.
Una elección simbólica: la memoria y el legado de Santo Tomás
La celebración del 28 de enero pone de relieve varios aspectos importantes de la vida y el legado de Santo Tomás de Aquino:
1. La memoria y el legado de Santo Tomás de Aquino. El reconocimiento de su papel en la Iglesia
Al establecer su fiesta el día de la traslación de sus reliquias, la Iglesia subraya la importancia de Santo Tomás no sólo como teólogo, sino también como modelo de santo. Su santidad no radicaba sólo en sus escritos o en su intelecto, sino en su profunda fe, su vida de oración y su compromiso con la verdad.
2. Una fiesta vinculada a la gloria de Dios. Una fiesta ligada a la gloria de Dios
La tradición de trasladar las reliquias de un santo era, en la Edad Media, un acontecimiento solemne que reunía a muchos fieles y marcaba una ocasión para glorificar a Dios. Al honrar la memoria de Santo Tomás el 28 de enero, la Iglesia invita a los cristianos a reflexionar sobre cómo este santo glorificó a Dios con su vida y su obra. Una fecha que va más allá del contexto local
Aunque la traducción tuvo lugar en Toulouse, Santo Tomás de Aquino es reconocido como un santo universal. Es el patrón de las universidades, las escuelas católicas, los estudiantes y los filósofos. La elección del 28 de enero como día de su fiesta subraya su influencia mundial y atemporal.
El significado de la fiesta litúrgica
El 28 de enero, la Iglesia católica celebra Santo Tomás de Aquino con una misa y oraciones especiales. Esta fiesta es una oportunidad para meditar sobre sus enseñanzas, en particular su insistencia en la unión de la fe y la razón. Las lecturas y oraciones de la liturgia destacan a menudo su devoción a la Eucaristía, su amor a la verdad y su vocación a la enseñanza.
Textos litúrgicos
La primera lectura suele tomarse del libro de la Sabiduría, que refleja la búsqueda de Tomás de la sabiduría divina.
El Evangelio recuerda la llamada a amar a Dios con todo el corazón, el alma y la mente (Mateo 22, 37), un mandamiento que Tomás ejemplificó en su vida.
Un legado perdurable
Santo Tomás de Aquino sigue siendo una figura central de la teología y la filosofía cristianas. Sus escritos siguen estudiándose en seminarios, universidades y escuelas de todo el mundo. El Papa León XIII, en 1879, incluso proclamó el pensamiento de Tomás como el fundamento de la enseñanza teológica católica, subrayando su relevancia para todas las generaciones.
La fiesta del 28 de enero no es sólo un momento para recordar a un santo del pasado, sino una invitación a profundizar en nuestra propia fe y a comprometernos en una búsqueda sincera de la verdad. Nos recuerda que el intelecto, cuando es iluminado por la fe, puede conducirnos a un conocimiento más profundo de Dios y a un mayor amor por Él.
Conclusión: el 28 de enero, una fecha significativa
La celebración de Santo Tomás de Aquino el 28 de enero es mucho más que un simple homenaje a una figura histórica. Es un recordatorio de la importancia de la fe, la razón y la santidad en nuestras vidas. A través de su ejemplo, estamos llamados a buscar la verdad con humildad, a cultivar nuestra inteligencia como un don de Dios y a vivir cada día en unión con Él.
Santo Tomás, a través de su vida, sus escritos y su intercesión, sigue siendo una luz para la Iglesia y para todos los que buscan conocer y amar mejor a Dios. Celebrar su fiesta el 28 de enero es celebrar el extraordinario testimonio de un hombre que dedicó toda su vida a glorificar a Dios a través del estudio, la oración y el amor.
Santo Tomás de Aquino fue un santo de la Iglesia y de la Iglesia.