En la historia bíblica, San José ocupa un lugar único y misterioso. No es el protagonista de los relatos evangélicos, no pronuncia una sola palabra en los Evangelios, y sin embargo su papel es fundamental. Dios lo eligió para ser el esposo de la Virgen María y el padre adoptivo de Jesús, el Mesías. Por su fe, obediencia y silenciosa valentía, José se convierte en el guardián del mayor misterio de la historia: la Encarnación del Hijo de Dios.
José en el Evangelio según San Mateo
Es el Evangelio según San Mateo el que nos ofrece los elementos más ricos sobre José. La narración comienza con la genealogía de Jesús, en la que José aparece como descendiente directo del rey David. Este detalle es esencial, porque muestra que, a través de José, Jesús se inscribe en la línea real mesiánica prometida por Dios.
Cuando José descubre que María, su prometida, está embarazada, se plantea enviarla lejos en secreto para no exponerla a la vergüenza pública. Esta elección muestra ya la grandeza de alma de José, su preocupación por el respeto y su misericordia. Pero un ángel del Señor se le aparece en sueños y le dice:
"José, hijo de David, no temas recibir en tu casa a María, tu mujer: el niño que nace en ella viene del Espíritu Santo." (Mateo 1, 20)
José obedece sin rechistar. Acoge a María en su casa, acepta su misión con fe. Gracias a él, Jesús es reconocido como hijo de David, cumpliendo las profecías del Antiguo Testamento. José se convierte así en testigo directo del misterio de Dios hecho hombre.
El padre adoptivo y protector de Jesús
José no es el padre biológico de Jesús, pero es plenamente su padre en el amor, la educación y la transmisión de la fe. Le da un nombre al niño, que en la cultura judía es un acto de reconocimiento legal y espiritual: "Le pondrás por nombre Jesús, porque él es quien salvará a su pueblo de sus pecados" (Mateo 1,21). Con este gesto, José se convierte en el padre adoptivo del Hijo de Dios.
Protege a su familia desde los primeros peligros. Cuando los Magos se marchan sin pasar por Herodes, éste ordena la matanza de los niños de Belén. Un ángel advierte a José: "Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto" (Mateo 2:13). Una vez más, José obedece inmediatamente, en plena noche, sin rechistar. Se convierte en el ejemplo mismo del hombre atento a la voz de Dios y dispuesto a ponerse en movimiento.
José en el Evangelio según san Lucas
El Evangelio según san Lucas ofrece una perspectiva complementaria. Mientras que los relatos de la Anunciación, la Visitación y la Natividad se centran más en María, José también está presente como un apoyo discreto pero constante.
Cuando Jesús nace en Belén, es José quien acompaña a María, quien le busca cobijo, quien vela por ella y por el niño. También está presente en la presentación de Jesús en el Templo, y cuando lo encuentran a los 12 años entre los médicos, después de haberlo buscado angustiosamente durante tres días.
José es quien asegura la estabilidad de la Sagrada Familia. Es el carpintero de Nazaret, un artesano humilde y trabajador, el garante del hogar, del sustento, de la educación de Jesús. Es la figura del padre en toda su dignidad: tierno, fuerte, justo, atento, cariñoso.
Un hombre de silencio y de fe
El silencio de José en la Biblia no es un vacío, sino un mensaje profundo. No pronuncia una palabra, pero sus acciones hablan. Es un hombre de fe interior, de meditación, de escucha. Acoge el misterio sin exigir explicaciones. Actúa por confianza, en la oscuridad, en los vericuetos de la Providencia.
José nos enseña que Dios también habla en el silencio, en los sueños, en las decisiones tomadas en el secreto del corazón. Demuestra que la fe no siempre está hecha de grandes declaraciones, sino a menudo de pequeñas obediencias cotidianas.
José, figura profética
El papel de José no se limita a un deber humano: participa en el plan de salvación. A través de él, Dios prepara el camino para el Niño Jesús. Es como un nuevo patriarca, que recuerda a Abraham por su fe, a Moisés por su vigilancia, a David por su filiación.
Encarna el vínculo entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Es el último gran silencioso de la espera mesiánica, el que ve cumplidas las promesas hechas a Israel. Protege al Mesías, permite que Dios venga al mundo en la pobreza, en la sencillez, en una familia humana.
Conclusión: un modelo bíblico para hoy
El papel de san José en la Biblia, aunque discreto, es inmenso. Es el guardián del misterio de Dios, el protector del Niño Salvador, el esposo fiel y el padre ejemplar. Su silencio nos enseña a escuchar. Por su fidelidad, revela confianza. Por su discreción, muestra humildad.
José sigue siendo hoy una figura bíblica inspiradora para todos: padres, educadores, creyentes, trabajadores, emigrantes, buscadores de Dios. Es el que vela, el que protege, el que ama en silencio, pero con una fuerza infinita. En la Biblia y en nuestros corazones, él es un modelo eterno de confianza en Dios.