San Pedro, también conocido como Simón Pedro, es una de las figuras más emblemáticas del Nuevo Testamento y uno de los doce apóstoles de Jesucristo.
Nacido en Betsaida, Galilea, Pedro era pescador de profesión antes de responder a la llamada de Jesús. Estaba casado y probablemente tenía familia, lo que da testimonio de su vida como hombre corriente antes de su vocación apostólica. Pedro es más conocido por su papel de liderazgo entre los apóstoles y por la confesión de fe que hizo en Cesarea de Filipo. Cuando Jesús preguntó a sus discípulos: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?", Pedro respondió convencido: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo" (Mateo 16:15-16). Fue sobre esta profesión de fe que Jesús declaró: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia" (Mateo 16:18), dando a Pedro una autoridad especial dentro de la naciente comunidad cristiana. A lo largo de su vida, Pedro mostró una gran pasión y dedicación por Jesús y el Evangelio. Siguió a Jesús durante sus ministerios, fue testigo de muchos milagros y presenció su crucifixión, resurrección y ascensión. Después de Pentecostés, desempeñó un papel central en la difusión de la Buena Nueva, predicando con valentía en Jerusalén, Samaria y entre las naciones. Pedro también experimentó la humildad y la redención. A pesar de su lealtad a Jesús, negó a Cristo tres veces antes de que cantara el gallo, como Jesús había profetizado. Sin embargo, Pedro fue restaurado por Cristo después de su resurrección, confirmando su amor por Jesús y su llamada a apacentar y guiar el rebaño del Señor. Su vida terminó en martirio cuando fue crucificado en Roma, cabeza abajo según la tradición, porque se consideraba indigno de morir de la misma manera que su Señor. Su muerte atestigua su compromiso inquebrantable con Jesús y su voluntad de dar la vida por el Evangelio. San Pedro es venerado como el primer Papa y el primer obispo de Roma. Su fe inquebrantable, su liderazgo y su testimonio del amor de Dios siguen inspirando a los cristianos de todo el mundo. Es la roca sobre la que se asienta la Iglesia, que recuerda a todos los fieles el poder de la fe, la gracia de la redención y la llamada a seguir a Jesús con valentía y dedicación. .