El sacramento de la ordenación, también conocido como sacramento del Orden, es uno de los siete sacramentos de la Iglesia católica. Este sacramento confiere a ciertos fieles una misión particular en la Iglesia: la de servir al pueblo de Dios mediante la predicación, la celebración de los sacramentos y el liderazgo pastoral. La ordenación consagra a los hombres llamados por Dios a ser diáconos, presbíteros u obispos, según tres grados distintos del sacramento. Este sacramento es una respuesta a la llamada de Cristo, que invita a sus discípulos a seguirle en un servicio total y desinteresado.
La ordenación sacerdotal es un don de Dios para la Iglesia.
1. Los orígenes bíblicos de la ordenación
a) Prefiguraciones en el Antiguo Testamento
En el Antiguo Testamento, Dios elige a personas para servir como sacerdotes, profetas o reyes. Los sacerdotes levitas tenían una función específica en el culto y en el ofrecimiento de sacrificios:
Aarón y sus descendientes (Éxodo 28): Son consagrados para servir en el santuario.
Melquisedec (Génesis 14:18): Sacerdote y rey, ofrece pan y vino, prefigurando a Cristo.
b) Institución por Jesucristo
Jesús es el sacerdote supremo, mediador entre Dios y la humanidad. En la Última Cena instituye la Eucaristía y encomienda a sus apóstoles la misión de continuar su obra:
"Haced esto en memoria mía." (Lucas 22:19)
Jesús les da también la autoridad de perdonar los pecados:
"Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados." (Juan 20:22-23)
c) Práctica apostólica
Después de Pentecostés, los apóstoles ordenaron diáconos para que les ayudaran en su misión:
"Les impusieron las manos." (Hechos 6:6)
2. El significado espiritual de la ordenación
a) Una configuración con Cristo
La ordenación configura al ministro con Jesucristo, el Buen Pastor. El sacerdote actúa en la persona de Cristo, particularmente en los sacramentos.
b) Una llamada al servicio
Este sacramento es un compromiso para servir a la comunidad cristiana, llevando la Palabra de Dios, los sacramentos y el acompañamiento pastoral.
c) Una participación en el sacerdocio de Cristo
Las personas ordenadas participan de una manera especial en el triple ministerio de Cristo:
Profético: Proclamar el Evangelio.
Sacerdotal: Santificar a través de los sacramentos.
Regal: Guiar al pueblo de Dios.
3. Los tres grados del sacramento de la Orden. Los tres grados del sacramento del Orden
a) El diaconado
Los diáconos son ordenados para servir en la Iglesia, especialmente entre los pobres y los enfermos. También ayudan a los sacerdotes y a los obispos en las celebraciones litúrgicas.
Pueden predicar, bautizar y celebrar matrimonios.
El diaconado puede ser transitorio (antes de ser sacerdote) o permanente.
b) El presbiterado
Los sacerdotes son consagrados para celebrar los sacramentos, predicar el Evangelio y guiar a una comunidad parroquial.
Celebran particularmente la Eucaristía, la Reconciliación y la Unción de los enfermos.
Son colaboradores del obispo y reciben una misión pastoral.
c) El episcopado
Los obispos reciben la plenitud del sacramento del Orden. Son los sucesores de los apóstoles y responsables de la enseñanza, la santificación y el gobierno pastoral en sus diócesis.
Ordenan diáconos y presbíteros.
Cada obispo es miembro del colegio episcopal, en comunión con el papa.
4. La ordenación episcopal
La ordenación episcopal. Los símbolos de la ordenación
a) Imposición de manos
Este gesto, practicado desde los apóstoles, simboliza la transmisión del Espíritu Santo y de la autoridad apostólica.
b) La oración conservatoria
La oración recitada por el obispo invoca al Espíritu Santo para consagrar al ordenando a su ministerio.
c) Los ornamentos litúrgicos
La estola: signo del servicio sacerdotal.
La casulla: Simboliza el amor y la entrega total a Cristo.
La mitra y el báculo pastoral: Para los obispos, representan su función de guías espirituales.
d) La unción de las manos
Las manos del sacerdote u obispo son ungidas con el santo crisma, signo de su consagración para santificar a los fieles.
5. El rito de la ordenación sacerdotal
El rito de la ordenación sacerdotal. El rito de la ordenación
a) La llamada del ordenando
El obispo llama al candidato por su nombre, confirmando así que la Iglesia reconoce su llamada.
b) El compromiso
El ordenando promete obediencia al obispo y a sus sucesores.
c) La letanía de los santos
La asamblea invoca a los santos para que acompañen al candidato en su ministerio.
d) La imposición de manos y la oración de ordenación
El obispo impone las manos sobre la cabeza del ordenando y pronuncia la oración consagratoria, confiriendo así el sacramento.
6. Los frutos espirituales del sacramento de la ordenación. Los frutos espirituales del sacramento de la ordenación
a) Una gracia especial
La ordenación confiere una gracia especial para desempeñar con amor y fidelidad las funciones del ministerio ordenado.
b) Un carácter indeleble
Al igual que el bautismo y la confirmación, la ordenación imprime en el alma un carácter espiritual permanente.
c) Una participación en la salvación
A través de su ministerio, los ordenados se convierten en instrumentos de la gracia divina para conducir a los fieles a la santidad.
7. Los desafíos y la belleza de la ordenación. Los desafíos y la belleza de la vida ordenada
a) Una vida de entrega
Los ministros ordenados están llamados a vivir en total disponibilidad a Dios y a los demás.
b) Una vocación de santificación
Deben procurar vivir de acuerdo con las exigencias del Evangelio, como modelos para los fieles.
c) Una profunda alegría
A pesar de los desafíos, el ministerio ordenado es fuente de alegría, porque está enraizado en el servicio a Cristo y a su Iglesia.
8. Un ministerio para la Iglesia. Conclusión: Un ministerio para la Iglesia y el mundo
El sacramento de la ordenación es un don precioso para la Iglesia. Permite a diáconos, sacerdotes y obispos cumplir su misión con la gracia y la fuerza del Espíritu Santo. Respondiendo a la llamada de Dios, los ministros ordenados se convierten en testigos vivos del amor de Cristo, guiando a los fieles en su camino espiritual y llevando la luz del Evangelio a todo el mundo. Este sacramento, que hunde sus raíces en la tradición apostólica, sigue siendo hoy un poderoso signo de la presencia y la acción de Dios en la Iglesia.
La ordenación de ministros es un don de Dios para la Iglesia.